Entrevista a Diego Torres
Jorge Belaunzarán / El Argentino
Si Argentina tiene un artista latino, sin dudas es él. Precisamente porque, como el título de su último álbum, es distinto. Sin querer ser otro incorpora lo que más le gusta de lo que ve por ahí. El 2 y el 9 de octubre en el club GEBA. El público disfrutará de uno de sus favoritos.
- En las disquerías cuando buscás Diego Torres está bajo la etiqueta latino. Pero Distinto, tu último disco, está algo alejado del latino tradicional.
-Creo que más allá de todo soy latino, soy latinoamericano, y la música latina es toda la que viene de Latinoamérica. Salsa, pop, rock. Este disco sí tiene otro sonido. Y esa era una inquietud mía al empezar a trabajarlo. Tenía ganas de renovar mi sonido, no quedarme quieto en un lugar, seguir en esa búsqueda sabiendo que iba a estar mi manera de escribir, de cantar, el sonido de mi voz. Pero renovado. Esa era la idea. Está bueno que sea así. Pienso que los artistas no debemos quedarnos cómodos en un lugar, sino seguir corriendo desafíos.
-¿Eso tiene alguna relación con el hecho de que hayan pasado cuatro años de tu disco anterior?
-Por un lado sí y por el otro tiene que ver con problemas personales, un montón de cosas que dilataron la salida de este disco. También siempre que sacás un disco te lleva como un año o un año y medio terminar la gira. El último disco creo que lo terminé en febrero de 2008 en Venezuela de gira. Y ahí empecé a trabajar de a poquito con el disco nuevo, en esta búsqueda de este nuevo sonido, de trabajar con gente que antes no había trabajado y darme esa oportunidad, que creo que está buena en la vida. Los problemas personales fueron la salud de mi viejo en el 2008, que fue muy complicado, y su rehabilitación. Todo eso me hizo detenerme un poquito y querer estar cerca de mi viejo y acompañarlo y hacerle de chofer, ir juntos al kinesiólogo y entrenar. Un montón de cosas que gracias a Dios agradezco haberlas hecho y haber parado un poco.
-¿Entrenaste con tu viejo?
-Él iba a hacer kinesiología y pileta, y yo entrenaba ahí con él. Me metía mucho en el agua a entrenar con él. También mientras él hacía bicicleta yo corría en la cinta al lado. Hicimos mucho club, mucho entrenamiento juntos, y fue muy lindo. Hoy me doy cuenta del valor que tiene.
-Distinto fluctúa entre la resignación y la esperanza, es un poco raro en ese sentido. De hecho arranca con Mi corazón se fue, donde se plantea que las cosas pueden ser inmodificables, y termina con Cuando no queda nada, que impulsa a lo contrario, a nunca perder la esperanza porque siempre hay una posibilidad ¿Tiene que ver con estos años?
-Sí. Sin ninguna duda. Hay una mezcla de aceptación, de resignación, de cosas dolorosas que todos atravesamos en la vida y también, como me decía mi mamá después de un golpe duro en su vida como fue haber quedado viuda tan jovencita de su primer marido, que ella vio que le sucedió en el invierno y cuando llegó la primavera, como ahora, vio cómo un árbol empezó a dar sus primeras flores y empezó a brotar. Ella vio en la naturaleza cómo la vida continuaba. Esto va asociado a la última canción, que dice siempre se levanta el sol aunque en tu corazón una lágrima caiga. Es aprender que los ciclos de la vida siguen y continúan. En esas estoy. Y de eso habla el disco.
-¿Y cuáles fueron los ritmos que incorporaste ahora y por qué elegiste esos sobre otros?
-Desde el primer disco que hice como solista con Cachorro López en ese momento, con quien teníamos mucha afinidad musical, como el reggae y las baladas, siempre buscamos un horizonte más amplio. No me quería encasillar en un solo género, y él acompañaba esa visión. Con el paso del tiempo pude incorporar el funk, el cajón (que viene del Perú pero se usa mucho en la rumba y el flamenco), la guitarra española, el acordeón (que es un elemento típico del folclore de Latinoamérica), hasta el bandoneón (típico del tango), el tumbado en el piano. Hasta me he atrevido a hacer una especie de ranchera pop, y está bueno. Es un poco el reflejo de las experiencias de vida que he tenido en estos años de llevar mi música a otros países, de conectarme con otras músicas, otros músicos, y todo eso se trasladó a lo que fui haciendo. Y ahora en este disco era un poco volver a lo crudo, a la guitarra y a ese sonido.
-¿Cuando decidís incorporar un nuevo ritmo, lo hacés por intereses tuyos, te los acercan?
-No, desde el primer disco todo nació de mis inquietudes. Con el productor que estuviera trabajando. Pero siempre fui de tomar la sartén por el mango. Desde muy chico fui así, muy hacedor, y teniendo las orejas para escuchar, lógicamente, porque hay gente a tu alrededor que te propone buenas ideas, que tiene más experiencia que vos, que te marca un camino que no lo viste. Por eso cuando empecé a hacer este disco necesitaba alguien de afuera que me aportara nuevas ideas, y encontré en Rafa Arcaute un gran compañero. Y está buenísimo cuando aparece una canción donde uno puede navegar por un sonido, por un arreglo, y que sentís que está bueno, que te queda bien, como hay otros que sentí, en el proceso de este disco, que no me gustaron, o no sentí que eran para este disco y los dejé afuera. Y en esas canciones que quedaron adentro decís: qué bueno esta canción, qué bueno invitar a alguien que rapee porque el arreglo convive con ese género; y ahí pensé en La Mala Rodríguez, en Yotuel (del grupo cubano Orishas). Y está bueno que dos artistas de diferentes géneros como podemos ser La Mala y yo, o Yotuel y yo, podamos convivir en esa canción y queda bien. Ese era también unos de los desafíos de este disco.
-¿Te dejás llevar por la canción, como que ella te indique hacia dónde ir?
-Hay veces que la canción solita te indica para dónde va. Y me ha pasado también por ejemplo con Bendito, que la compuse con Gian Marco que es un amigo, cantautor peruano, y vine acá y se la mostré a Rafa. Y a los tres días me dice: vení al estudio que monté una cosita que quiero que la escuches a ver si te parece. Y escuché (tararea el ritmo) toda esa cosa country-folk y me encantó. Y ahí se me ocurrió que estaba bueno que fuera alguien hablando y pensé en Kevin (Johansen), que también es amigo. Lo llamé y le dije: tengo una propuesta indecente para vos, y él se reía. En este proceso creativo pasó mucho eso. Tengo un gusto muy ecléctico, entonces estoy en contacto con la música, con la vieja y con la nueva que va saliendo. De repente aparece un sonido y digo qué bueno, armar una canción por este lado. Y ahí ya vas vislumbrando un camino, que después se logra o no. Eso es lo lindo de producir: tenés muy buenos músico ahí tocando y te sugieren. Si cambiás esto acá, fijate allá. Los grandes músicos te proponen grandes ideas, y ese es el arte de producir también. A mí siempre me gustó, que aprendí mucho en los primeros discos trabajando con Cachorro López, y que me gusta mucho, a la hora de hacer una canción, trabajar no sólo en la melodía y la letra, sino también en la base, en los arreglos y en todo el proceso.
-Teniendo en cuenta de que es una gira tan larga, ¿te agarra cierta nostalgia por encontrarte con los amigos o la familia?
-No, no porque constantemente trabajo con varios amigos. Cuando estoy en gira con todo el equipo la paso muy bien, es como una especie de viaje de egresados, porque hay gente que trabaja conmigo hace muchísimos años. A veces extraño mi casa, extrañás tu lugar. Eso es normal. Pero cuando está en gira uno se acostumbra a vivir en los hoteles.
-Un viaje de egresados permanente.
-Bueno, tenemos ese espíritu de viaje de egresados porque más allá de que estamos trabajando nos juntamos en alguna habitación, hay partidos de truco, mate, comemos juntos, fútbol, nos vemos en la pileta. Yo tengo ese instinto mío de líder de estar pendiente a ver qué están haciendo mis muchachos, fijarme en el rooming list para ver dónde está cada uno. Es como que está en mi naturaleza.
-Hay en algún momento algún tipo de sueño como de decir qué lindo sería cantar en Nueva York (cosa que hiciste hace poco con Ivete Serangalo)?
-Son objetivos, pero tampoco que uno vive pendiente de eso. Ahora miro y digo: ¡uy, cuántas cosas que han pasado! Miraba el Auditorio en los primeros viajes, en 1995, 96, y pensaba si podría desarrollar mí música y mi carrera ahí. Y me llevó mucho tiempo, mucho esfuerzo, años viajando hasta que las cosas se pudieron dar. Obviamente que uno es conciente. Lo de Ivete Sangalo en el Madison fui conciente de que primero tenía el honor de que Ivete me hubiera convocado, le haya gustado mi música, mi voz y que me invite a cantar en un DVD que estaba grabando nada menos que en el Madison, y en un momento personal intenso y complejo (días después de la muerte del padre). Fue una caricia. Había tenido la suerte de viajar hace un mes allá a El Salvador de Bahía y conocerla. Grabamos, estuvimos ensayando y pegamos muy buena onda. Y ella es genial. No solamente como cantante. Es una persona súper simple, cero diva, auténtica, divertida, muy relajada, bien bahiana. Esa frecuencia.
-Estás por llegar a los 40, ¿tenés alguna fantasía en cómo va a ser tu carrera en lo que se considera como la segunda etapa de la vida?
-Creo que voy a seguir cantando y trabajando como actor porque me parece que soy un artista de raza en ese sentido. Es lo que amo hacer y disfruto. Con mis tiempos, mis momentos, mis ciclos, preparando mis discos, mis conciertos, cuando aparezca una peli, una serie, teatro; bueno, las cosas que me gustan hacer. Y mientras la salud me aguante, escribiré una canción y cantaré hasta morir, que es un poco a lo que uno ha venido. Por eso también el hecho de cuidar un poco la máquina y el cuerpo para que esta serenata sea lo más larga posible. Y a nivel personal siempre digo que voy a terminar más en la montaña, en el campo que en la ciudad.
-¿Se te complica mucho ejercitar tu veta actoral con el tema de la música?
-Más que todo la he cuidado mucho. En realidad mi comienzo, cuando dejé la televisión y arranqué con la música era también un poco para preservar el actor y hacer mi camino. Hoy noto que gracias a Dios mucha gente tiene ganas de verme actuar, y eso significa que lo que pensaba, que era no saturar a la gente en ese momento, estaba bien. Así que el actor está vivo, y es estar pendiente de cualquier propuesta, hay cositas dando vueltas y en cualquier momento uno puede volver.
El actor está en mí, y en algún momento va a volver.
-¿Te produce algún tipo de nerviosismo especial volver a presentarte en Buenos Aires?
-Cierto nerviosismo existe siempre cuando estás ante un debut. Si bien ya empezó la gira, esta presentación en Buenos Aires después de cuatro años va a ser toda una movida. De producción, de pantalla, de proyección, de dirección artística del espectáculo. Y de todo eso me encargo yo. Si bien trabajo con equipos que me rodean y que hacen que las cosas funcionen, realmente sí es un desafío montar un show y siempre hay mucha adrenalina y muchos nervios. Pero por otro lado se contrarrestan con la tranquilidad de mucho ensayo, de ser muy profesionales todos los que trabajamos en este equipo y llegar afinaditos al 2 de octubre.
-Cuando al otro día empieza a bajar la adrenalina, ¿qué dato es el que te indica que hiciste un muy buen show o un gran show?
-Los shows los divido en dos cosas. Primero es lo técnico, que salga bien técnicamente, tanto el espectáculo en sí como la performance de uno, cómo cantaste, cómo tocaste. Y después hay otro aspecto que es el de garra y sentimiento y entrega, que para nosotros los argentinos es muy importante. Cómo me entregué al show, cómo fue toda la dinámica que hizo que lo disfrute mucho y entregue todo. Me parece que eso también es muy importante. Por eso uno no se puede atar a una falla técnica. Ser profesional es que eso no te desconcentre y sigas en tu objetivo que es estar ahí liderando y dando el mejor espectáculo para la gente.
-Que la armonía no se pierda.
-Exacto. Sino sos un obsesivo, algo entró mal y vos que sos el líder, que tenés que poner la cara estabas pendiente de eso. Que lo hemos visto en otros artistas, pero a mí no me gusta eso así que siempre salgo a disfrutarlo y hacérselo disfrutar a la gente.
http://www.elargentino.com/nota-108088-Soy-un-artista-de-raza.html
octubre 02, 2010
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