octubre 04, 2010

Un baladista “rockero”

Diego Torres en GEBA. A cuatro años de su último show en Buenos Aires, volvió con un estilo -y un look- más enérgico.

De regreso. Diego Torres volverá a tocar en el estadio de GEBA el próximo sábado.

Juan Andrade / Clarín.com
Habían pasado casi cuatro años desde el último recital de Diego Torres en su ciudad, con aquel doblete en el estadio de Vélez que sirvió para presentar Andando. Y las ganas que tenía de reencontrarse con su gente eran tan evidentes que, después del saludo inicial de rigor (“Buenas noches, ¡mi Buenos Aires querido!”), se pasó el show entero arengando y lanzando consignas (“¿Cómo dice, Buenos Aires?”, “A ver esas palmas, Buenos Aires...”) destinadas a cumplir la promesa escrita en su cuenta de Twitter y en pantalla gigante, minutos antes de salir a escena, a las 22 clavadas del sábado: “¡Cuánto calor que le vamos a poner a esta noche!”.
Claro que su imagen distaba de la que había entregado en aquella oportunidad: vestido con zapatos, pantalón y campera negros onda estrella de rock, peinado con una leve cresta, se veía como la encarnación argenta de los códigos estéticos del brit-pop antes que como uno de los principales exponentes del pop latino. Tal como él mismo se ocupó de explicar en los últimos meses, en esta nueva etapa poco y nada quedan de las texturas percusivas o pianísticas centro-sudamericanas de ayer nomás.
Sin dejar de lado la esencia baladística y las melodías altamente radiables que le son propias, su nuevo material contagia una energía más, digamos, “rockera”. Y le hace honor a su título: Distinto.
Las 16.500 personas –según los organizadores- que colmaron la capacidad de GEBA, con una amplísima mayoría femenina, le dieron la bienvenida a un sonido electrificado, en el que por momentos se lució el guitarrista Luis Cardoso, con su oficio para construir riffs y punteos flexibles y potentes.
El enfoque quedó planteado de movida, con los recién estrenados Esto es lo que soy y No alcanzan las flores, pero también con temas suficientemente añejados como Alguien la vio partir y No lo soñé.
Más allá de su impronta artística actual, Torres es una rara mezcla de baladista y comediante por naturaleza. Y se hizo evidente cuando las tablas se convirtieron en una especie de living palermitano, con banquetas rojas de cuero, velas y velador incluidos. A la manera de su MTV Unplugged, desfilaron Penélope y Por la escalera. Y luego se sentó al teclado para una despojada y sentida Tal vez. “La escribí al poco tiempo que murió mi mamá. Y ahora que hace poco murió mi papá, sé que están juntos”, dijo, a modo de introducción. Mientras, de fondo, se proyectaban fotos de la familia Torres.
En ese plan, versionó al flamante Guapa y hasta se despachó con un cover de Easy, el clásico de Lionel Richie. En cambio, cuando pasó del espíritu souleado a un mini-tributo a Michael Jackson, el nervio funky de Beat it no le sentó igual de bien, aunque luciera sombrero, guantes y chaleco y estuviera acompañado por cuatro bailarines.
“A mi invitado lo tengo en la pantalla”, bromeó, a propósito de la ausencia de Kevin Johansen en Bendito, “disimulada” con el video en cuestión. En la recta final, quien sí lo acompañó fue su director musical, el cubano Alexander Batista, en Déjame estar, Abriendo caminos y otras.
El cierre llegó con Que no me pierda. A dos horas y media del comienzo, sonó como una dosis extra de poptimismo, el sello de la factoría cancionera de Torres.


http://www.clarin.com/espectaculos/musica/baladista-rockero_0_347365399.html

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